Fabián Salvioli

Entrevista al Relator Especial de las Naciones Unidas sobre la promoción de la verdad, la justicia, la reparación y las garantías de repetición Profesor Fabián Salvioli

Maastricht Blog on Transitional Justice tiene el honor de entrevistar al Relator Especial de las Naciones Unidas sobre la promoción de la verdad, la justicia, la reparación y las garantías de repetición Fabián Salvioli. Salvioli es Doctor en Ciencias Jurídicas por la Universidad Nacional de La Plata y Profesor Titular (catedrático) de Derechos Humanos y Director del Instituto y la Maestría en Derechos Humanos en aquella casa de estudios. Salvioli fue miembro del Comité de Derechos Humanos de las Naciones Unidas entre 2009 y 2016, órgano que presidió durante los dos últimos años de su membresía. Honra la Relatoría Especial con mucha dedicación y esmero desde mayo de 2018 y en el ejercicio de su mandato ha presentado seis informes temáticos y cuatro relativos a países.

La entrevista fue especialmente placentera dada la amistad de larga data que une al entrevistador y al entrevistado; amistad surgida en la ciudad que los vio nacer —La Plata—, forjada en su alma máter —la Universidad Nacional de La Plata— y consolidada por dos pasiones en común —la enseñanza y defensa de los derechos humanos y Estudiantes de La Plata—.

Por Fabián Raimondo, 30 de septiembre de 2021

Fabián Salvioli

–¿Qué razones llevaron a interesarte especialmente en el tema de la justicia de transición?

–Comencé a interesarme en aspectos de derechos humanos hacia el fin de la dictadura militar en la República Argentina; unos años después, naturalmente, los cuadros de violaciones masivas y sistemáticas en América Latina implicaron diversos abordajes políticos y jurídicos que ponían en tensión diferentes aspectos relativos al derecho a la verdad, el juzgamiento y la responsabilización penal de los perpetradores, el lugar que se daba a las víctimas en todos esos procesos, las necesidades de reformas institucionales y cómo llevarlas a cabo, y la construcción de un “nunca más” por medio de procesos de memoria. 

Esos escenarios me condujeron de manera inevitable a estudiar justicia transicional, aunque siempre lo hice desde un enfoque crítico, centrado en enfoque y perspectiva de derechos humanos.

–¿Crees que la justicia transicional, en tanto que área de política pública relativamente reciente, ha madurado lo suficiente a fin de coadyuvar efectivamente al restablecimiento de la paz social en aquellos países que recurren a ella?

–Es difícil dar una respuesta unívoca, toda vez que la “justicia transicional” puede considerar un conjunto de medidas en las diversas áreas que hacen a la misma, pero dicho conjunto después forma parte de negociaciones políticas en las que no necesariamente todas las partes se encuentran enfocadas en cumplir con estándares de derechos humanos. ¿Porqué respondo de esta manera cuando me preguntan por la paz social? Porque la paz es ficticia e inviable si no se asienta en el cumplimiento de las obligaciones de derechos humanos, y su construcción requiere satisfacer plenamente los derechos de las víctimas, así como comenzar un largo proceso de cultura institucional y social de derechos humanos, a fin de consolidar el estado de derecho. 

Sí es cierto que la justicia transicional como instituto está experimentando una sana experiencia a partir del avance de estándares jurídicos a cumplir, sentados sobre las obligaciones estatales; desde esa vía, la paz social —aún difícil— es factible de lograr, sin que sea una paz falsa, ilegítima e inmoral, como lo son aquellas en que las víctimas de las violaciones cometidas no hayan recibido debida reparación, y no se hayan satisfecho sus expectativas.

–En tu opinión, desde la mirada de la justicia de transición, ¿qué circunstancias deben reunirse para poder afirmar persuasivamente que un país ha culminado su período de transición exitosamente? ¿Podrías brindar ejemplos al respecto?

–Nuevamente la respuesta está en el marco conceptual y contenido de derechos humanos; desde un punto de vista formal, la transición finaliza cuando se puede comprobar que fueron cumplidos los cinco pilares que hacen a la justicia transicional: verdad, juzgamiento de responsables, reparaciones integrales a las víctimas, medidas legislativas y de otro carácter para evitar la repetición de hechos semejantes -reforma institucional, vetting, formación y educación- y procesos integrales de memoria; pero en realidad, algunos de esos componentes se deben mantener activos necesariamente en el tiempo futuro, por lo que nunca puede hablarse de “finalización exitosa” plena de un proceso. Los ejemplos en el mundo son muy variados, y más bien a mi me interesaría marcar un elemento conceptual: los cinco pilares deben cumplirse, y llevar adelante uno de manera correcta no implica poder desentenderse de otro; si falta alguno, el proceso inevitablemente falla. Tampoco hay que colocar a las víctimas en el lugar de tener que elegir —por ejemplo, si quieren reparaciones o juzgamiento, o si prefieren que se avance en la búsqueda de la verdad en detrimento de la rendición de cuentas—; ello les revictimiza. Buenas prácticas de Estados en relación con algún elemento de la justicia transicional hay muchos, pero un proceso integral que satisfaga plenamente todos los pilares de derechos humanos que deben garantizarse es difícil de encontrar.

Fabián Salvioli

–En los años que llevas como Relator, ¿cuáles han sido las mayores satisfacciones y decepciones relativas al ejercicio del mandato?

–El mandato permite algo central para mí: desplegarme al terreno y escuchar directamente a las víctimas y a sus personas cercanas; la mayor satisfacción siempre es hacer llegar sus voces y expectativas, cuando las mismas se encuadran dentro de las obligaciones a garantizar, a los Estados —destinatarios— y a diferentes interlocutores de la comunidad internacional.

Otro hecho valioso que pude experimentar es, en líneas generales, la alta aprobación de algunos de mis informes temáticos (los relativos a memoriadimensión de géneromedidas de satisfacción y disculpas públicasprogramas domésticos de reparaciones, y rendición de cuentas en el plano penal para las personas responsables); ello permite una “hoja de ruta general” a seguir en los procesos de justicia transicional que se encaren en el futuro, y una herramienta útil para evaluar los que se están desarrollando.

También ciertas medidas tomadas por algunos Estados a partir de informes de visita a país, comunicaciones públicas efectuadas, o intervenciones de seguimiento que he realizado.

En el plano de la decepción, las resistencias de algunos gobiernos a brindar la aquiescencia para que efectúe una visita oficial, el retroceso en ciertos Estados a partir de actitudes públicas belicosas de sus gobiernos en torno a la verdad y la justicia (Brasil, Guatemala, Sri Lanka, Burundi).

Otro aspecto que me preocupa mucho es que la comunidad internacional hable con una única voz, y que esa sea la voz de las obligaciones en materia de derechos humanos; hay ocasiones en que los órganos políticos, agencias de cooperación, donantes, y otras entidades rebajan estándares, utilizando a la paz como excusa para llevar adelante procesos contrarios a los derechos que asisten a las víctimas en diferentes planos. 

–¿Qué consejos o recomendaciones te gustaría brindar a las personas que están dando sus pasos iniciales en los ámbitos académicos o profesionales de la justicia transicional?

–Que nunca lleven adelante esas tareas sin escuchar realmente a las víctimas, y a sus expectativas, que jamás se presten a condicionarles a través de opciones entre derechos que les asisten. 

Que se dediquen con pasión y estudio, es un campo tan complejo como fascinante, y en el que la participación positiva, comprometida y basada en enfoque de derechos humanos, le puede significar mucho a la vida de las víctimas y las sociedades que han atravesado por experiencias realmente atroces, así como consolidar substancialmente, el estado de derecho, la democracia, y la paz social, con plena justicia para aquellas.

Que todas sus armas profesionales, se dirijan siempre al lado de buscar y hacer justicia.

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