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El diálogo entre el pasado y el presente: el género en las políticas de memoria

Los debates que atraviesan hoy a la sociedad argentina iluminan el pasado reciente y permiten identificar prácticas de la represión estatal que habían estado ocultas o naturalizadas.

Los debates que atraviesan hoy a la sociedad argentina iluminan el pasado reciente y permiten identificar prácticas de la represión estatal que habían estado ocultas o naturalizadas. El auge del feminismo y la consolidación de la mirada de géneros en el campo de los derechos humanos dieron lugar a nuevas lecturas de los relatos de víctimas y testigos. 

Muchas mujeres que estuvieron detenidas en centros clandestinos durante la última dictadura militar (1976-1983) denunciaron desde el momento de su liberación haber sido sometidas a delitos sexuales. Violaciones, vejaciones, torturas en los genitales, desnudez forzada, integraron el catálogo de crímenes que se cometieron en el marco del plan sistemático implementado por los militares, que a imagen y semejanza de la sociedad, fue patriarcal y machista.

Cuando recuperaron la libertad, un número significativo de mujeres dio cuenta de estos crímenes sexuales.  Sin embargo, los testimonios que brindaron se orientaron a probar la existencia de un plan sistemático de represión, a identificar a quienes habían sido vistos en centros clandestinos, a describir las prácticas que permitieron conceptualizar la desaparición forzada de personas. Estos fueron los aspectos que enfocaron las investigaciones de la Comisión Nacional sobre Desaparición de Personas (CONADEP) y del Tribunal que llevó adelante el Juicio a las Juntas Militares.  

Las leyes de Punto Final y Obediencia Debida, dictadas en la década de 1980 para interrumpir el juzgamiento de los militares y miembros de las fuerzas de seguridad, exceptuaron de su alcance el delito de violación sexual. Sin embargo tampoco en ese marco las investigaciones y juicios prosperaron. 

Cuando esas leyes fueron declaradas nulas por la Corte Suprema de Justicia en el año 2005 se abrió una nueva etapa de juzgamiento y con ella una nueva perspectiva en los testimonios de las víctimas, que focalizaron en los hechos de los que habían sido víctimas. Este factor se dio en el marco de una sociedad que estaba cambiando. 

La movilización masiva feminista que se dio en la sociedad argentina en los últimos años permeó todos los ámbitos y habilitó nuevos sentidos. En la justicia, la mayor presencia de operadoras judiciales mujeres. En las organizaciones de derechos humanos, más presencia de profesionales jóvenes con capacidad de escuchar e intervenir con perspectiva de género.  

La primera condena por crímenes sexuales se dictó recién en 2010, hasta ese momento estos delitos se englobaban en la categoría de torturas. Según estadísticas oficiales, desde el reinicio del proceso de justicia por crímenes de lesa humanidad en 2006 se dictaron 273 sentencias y solamente en 41 de ellas (15%) se abordaron delitos relacionados al ejercicio de la violencia sexual. De un total de 1058 personas condenadas por crímenes de lesa humanidad 140 recibieron penas por este tipo de crímenes.

Museo Sitio de Memoria ESMA. Fuente: eneldiario.com.ar

Las políticas públicas de memoria también adquirieron nuevas sensibilidades y un enfoque feminista en tiempos recientes. Una de las que sobresale es el Museo Sitio de Memoria ESMA que se inauguró en 2015 en lo que fue el predio de la Escuela de Mecánica de la Armada, el centro clandestino de detención, tortura y exterminio ubicado en el centro de la Ciudad de Buenos Aires por el que se estima que pasaron cerca de cinco mil personas detenidas-desaparecidas. 

La muestra permanente del Museo ESMA que narra los rasgos característicos de las violaciones a los derechos humanos que ocurrieron en ese lugar, omitió en su origen la descripción de las violaciones a los derechos humanos que afectaron específicamente a las mujeres. La revisión del guión museográfico desde una perspectiva feminista permitió mostrar que las relaciones jerárquicas entre géneros también estructuraron la violencia durante el cautiverio y que los abusos sexuales se usaron para destruir la integridad de las detenidas, aniquilar su voluntad, arrasar sus cuerpos. 

Las detenidas fueron violadas, torturadas en sus genitales, forzadas a desnudarse, a exhibir sus necesidades fisiológicas, les fueron negados elementos de higiene para la menstruación. Muchas mujeres fueron sometidas a formas de esclavitud sexual por parte de los oficiales de la Marina.

Para visibilizar estas violencias surgió “Ser Mujeres en la ESMA” una muestra temporaria cuya segunda edición se inaugura esta semana, al cumplirse 46 años del golpe de Estado. La primera edición en 2019 narró la violencia de género y habilitó espacios de intercambio entre las sobrevivientes que les permitieron reconocer en otras lo que ellas mismas habían vivido, así como compartir una perspectiva feminista sobre la detención, los prejuicios y los estigmas. Según transmitieron, fue una oportunidad para encontrarse y hermanarse. 

Muestra “Ser Mujeres en la ESMA”. Fuente: radiografica.org.ar

La segunda edición de la Muestra “Ser Mujeres en la ESMA. Tiempo de Encuentros” se centra en la vida posterior al cautiverio, en la reconstrucción de sus proyectos vitales, de los vínculos familiares, los obstáculos que encontraron, el silencio de la sociedad, la estigmatización. A través de entrevistas audiovisuales con las sobrevivientes la Muestra da cuenta también de cómo pudieron rearmar sus vidas, superar los obstáculos, brindar testimonio y seguir reclamando justicia. Estos son algunas de las voces que se escuchan en la Muestra:

“Para las mujeres fue difícil porque a nosotras se nos acusó de salvarnos por putas, por haber aceptado supuestamente lo que nos disponían los verdugos. Acá las compañeras fueron realmente sometidas a situaciones de abuso sexual, todas las mujeres fuimos manoseadas, ofendidas, maltratadas, desnudadas, torturadas en los lugares más íntimos nuestros. Que hasta el día de hoy nos cuesta contarlo”. (Testimonio de A.S.).

“Llevó mucho tiempo poder dormir y estar más o menos tranquila. Por eso fueron importantes los juicios, fue el primer lugar donde empezamos a hablar (…) Y yo querellé por abuso sexual. Esa fue la primera querella que se presentó por ese delito”. (Testimonio de G.G.R)

“Yo creo que las personas que conozco, que estuvimos ahí, estamos bien. Estamos enteras, podemos trabajar, tener vínculos familiares afectivos bien. O sea, yo lo siento como una etapa que pasó, que dejó miles de marcas, muchas”. (Testimonio S.R.)

“Tomamos una interpelación del presente hacia el pasado”, explicó Naftal, directora del museo.. Imagen: Jorge Larrosa. Fuente: Página 12

La violencia por razones de género padecida por las mujeres en la Escuela de Mecánica de la Armada fue expuesta ante los tribunales reiteradamente desde en las últimas décadas. No obstante, los crímenes sexuales ocurridos en la ESMA fueron condenados por primera vez en 2021. Se decretó prisión para dos altos oficiales de la marina por la violación que sufrieron tres secuestradas. Los hechos fueron considerados crímenes de lesa humanidad.

María José Guembe, es abogada con experiencia en la definición, implementación y evaluación de políticas públicas en materia de verdad, justicia, reparación y memoria de violaciones masivas de los derechos humanos. Se desempeñó en cargos en el sector público y en la sociedad civil. Actualmente es curadora de la muestra “Ser Mujeres en la Esma” del Museo Sitio de Memoria Esma. Integra la comisión directiva del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS)